
Al Gore no me da confianza. Seguro que sí, que lo del cambio climático tiene su parte de razón, y que mejor preocuparse de esto que de buscar en el mapa un nuevo país que bombardear, pero el echo de que cada vez que se le pide que nos cuente algo del tema, haya que ir con un cheque con siete cifras por delante, como que me da que pensar.
Lo mismo culpar al cambio climático de esas extrañas olas de frío en diciembre. Joder, que es invierno. Lo raro sería una tormenta de nieve en agosto o que en Oviedo el termómetro no baje de los treinta grados en enero. Es posible, sí, porque la meteorología no es una ciencia exacta, pero muy poco probable.
Como todo en esta vida, lo suyo es que las cosas vayan haciéndose poco a poco. Si uno hace ejercicio, se cuida con las comidas, no fuma demasiado y no se mama todos los días, casi con toda seguridad no tendrá que estar en urgencias cada dos por tres. No es cien por cien seguro, pero casi.
Pues con el planeta, es lo mismo. Si se van tomando medidas poco a poco para no dejar a la Tierra sin recursos, ni ahogarla con contaminaciones o efectos invernadero, pues dentro de doscientos años no habrá que someterla a un tratamiento de choque anticontaminación.
Ejemplos:
Lo que quiero decir es que es sano que cada uno hagamos lo posible para cuidar el planeta. Cada uno poco a poco, sin que tenga venir un pájaro de los EEUU cada dos por tres, consumiendo más combustible que todos los chinos de la China en un año, para decirnos que compremos el nuevo libro que ha escrito o que vayamos al cine a ver su nuevo documental.
A poquitos, vaya.