lunes, 31 de mayo de 2010

Shogun-San

Caminaba Richard Chamberlain por la calle, cerca de su casa, rememorando los recientes y gratos momentos que ha disfrutado en el lejano país de los japoneses y en donde se encontraba rodando la nueva serie producida por Tom Hanks y Steven Spielberg sobre el Japón feudal del futuro y denominada Shogun de las Galaxias.

"Qué buena gente estos japos" - se decía - "un poco autómatas, pero qué majos y simpáticos son. Siempre con una sonrisa en los labios."
"Qué limpieza en sus calles. Ni un papel, ni una colilla, ni un orín de perro en las aceras. Qué organizados y cuidadosos. Cómo miman sus jardines. Cómo cuidan que la gente no se agolpe en las calles ni interfieran en el trabajo de los demás. Con qué educación se dirigen a ti o te responden cuando les preguntas cualquier cosa, aunque no te entiendan bien."
"¿Y los coches? Pero si casi no hay. La gente no va en coche, sino que autobús, en metro, en tren, en bici..."
Al decir esto, el bueno de Richard alzó la cabeza y observó los coches que circulaban por la calle por la que caminaba.
"Muchos coches hay aquí. Da la sensación de que en esta ciudad, en la que viven menos de 200.000 personas, hay el doble de coches que en Kyoto, con millón y medio."
"¿Por qué no va la gente en bici aquí?"

En esto que aparece en la rotonda que Richard tiene en frente, un todoterreno negro a toda pastilla. Entra en la rotonda y sale en un pis-pas y de un frenazo, se detiene en doble fila en la calle, frente a unas terrazas en las que la gente está tomando algo. Antes casi de que el todoterreno se detenga, la puerta del conductor ya se está abriendo.
"Cómo está la gente..." - comenta Richard.

Del todoterreno sale alguien y Richard Chamberlain, que ha vivido ya unos años y ha visto muchas cosas en la vida, no da crédito cuando distingue que ese alguien empuña un bate de béisball. El botarate del bate, dando grandes zancadas y con toda la mala hostia que un botarate con un bate puede llegar a hacer gala, pone los pies en la acera y como un huracán entra en uno de los locales que hay en la calle. La gente, que lo ve, se incorpora alarmada y llena de estupor. Los móviles invocan a la autoridad.

Richard sigue la escena con la mirada. Voces, gritos, insultos y golpes de bate se escuchan a cierta distancia. Poco después descubre que al menos las llamadas urgentes a la policía funcionan y en un pis-pas, varias patrullas hacen acto de presencia en la zona.

Mientras la autoridad se hace con la situación, durante un momento Richard Chamberlain se abstrae de lo que tiene delante y lleva sus pensamientos a las calles de Kyoto, a sus templos, a su limpieza y sobre todo, a la amabilidad de sus gentes. Al poco despierta y vuelve a la realidad. La policía sigue a lo suyo y parece que todos se van calmando. Al parecer no hay heridos.

"Bueno" - se dice Richard - "Estamos de vuelta."
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