viernes, 24 de abril de 2009

Aikido, a estas alturas

Pues sí. Ya han pasado los tres primeros meses, de prueba...y creo que me lo quedo.
Uno siempre tiene algún amigo que hizo judo de niño o algún hermano cinturón negro de kárate, pero siempre había visto las artes marciales como algo de... flipados. De esos que alucinan con las películas de Van Damme o Stallone y que se piensan que todo el mundo se mueve a cámara rápida como Bruce Lee.
¿Y lo de ponerme un kimono? Vamos hombre...
Pues así he pensado durante los últimos 35 años y pico de vida, hasta que los achaques físicos que provoca la inactividad y el sedentarismo me mandaron directo al fisio. Y mi tocayo Jorge, el fisio, que es muy buen tío y además muy inteligente, me comió la cabeza. Él lleva mucho tiempo haciendo algún tipo de arte marcial. Ahora está con kyokushinkai, que tengo entendido que es una modalidad de kárate bastante dura. Bueno, pues el amigo Jorge me recomendó un par de cosas para arreglar el desaguisado óseo-muscular que se estaba cargando el único cuerpo que me queda:
- "El cuerpo está fabricado para moverse, y si no se hace así, se resiente. La natación, el footing, etc, están bien, pero si quieres algo completo, haz un arte marcial."

Y diréis, ¿hay algo más completo que la natación? ¿algo mejor que la espalda? Yo no digo ni que sí, ni que no, pero fuerza, resistencia, agilidad, equilibrio, defensa y sobre todo buen rollo, se consigue en pocos sitios. Ahí es donde voy.

En Aikido se trabaja todo esto, y si me apuráis, la manera de pensar de cada uno. No es que yo ahora sea otro, joer, pero se incide mucho en determinadas cosas que uno no ve en un partido de fútbol precisamente, como son el respeto y el equilibrio mental.

Que no, de verdad, que no estoy flipándolo. Simplemente creo que es una buena manera de hacer ejercicio y contrarrestar lo poco que nos movemos en una oficina. Además, llegado el caso y sobre todo vistos los tiempos que corren, si un gañán se pone gallito no tienes porqué amilanarte y echarte atrás.
Bueno, lo mejor es verlo en vivo. Aquí os dejo unos vídeos del youtube, con un calvo que es la caña.


Salvd.

martes, 14 de abril de 2009

Santo Formigal

Qué arte.
Qué presencia.
Cómo se desliza...
Catacrooooooooooc!!!!!

Unos días antes...

Estamos en Tramacastilla de Tena, cerca de Formigal, Huesca. Es el final de la temporada y uno de los objetivos pendientes de este año ha de llevarse a cabo. Hasta noviembre no habrá otra oportunidad de cogerle el tranquillo al esquí, así que habrá ponerse a ello.

Como siempre, el valle de Tena, espectacular. El jueves por la mañana, con la fresca, fuimos para la estación, con el equipo y el forfait preparados para disfrutar de un día perfecto para esquiar: cielo azul, nieve de sobra y no demasiada gente. A media mañana ya teníamos más que trilladas las azules del valle de Izas y la bajada de Anayet. La cosa marchaba de lujo...y aún quedaban tres días mínimo.

Pero las previsiones meteorológicas no fallaron. Más aún, como suele ser en semanas santas y puentes señalados, casualmente el mal tiempo previsto resulta ser aún peor en la realidad. Total, que el viernes nevó durante todo el día y la estación se cerró por falta de visibilidad y peligro de aludes...
Y aún peor, el sábado además de seguir cayendo nieve, por primera vez en la historia, nos dijeron, todo el valle de Tena se quedó sin suministro eléctrico fiable, con lo que remontes y demás instalaciones de la estación se quedaron sin chicha. En fin. Dos días didicados de lleno a los pinchos, los embutidos aragoneses y el bebercio. A ver el domingo qué tal...

Y el domingo, mejoró el tiempo. Sin dejar de nevar totalmente, el suministro eléctrico y la estación volvieron por sus cauces, y allá que fuimos toda la tropa. A disfrutar de auténtica nieve en polvo nosotros sólos, que todos los vascos que suelen petar Formigal habían volado ya debido a los malos augurios meteorológicos.
Ahí estuvimos, depurando las azules y mirando de cerca las rojas, cuando en la bajada de Anayet, un relieve mal distinguido por la falta de luz se cruzó con la mayor promesa española para las próximas olimpiadas de invierno desde Paquillo Fernández Ochoa...
Los esquís, clavados, los dos en un montículo, y yo, de bruces con la cara contra la nieve y con el brazo debajo del cuerpo. El hombro, a la virulé.
Terminé la bajada a duras penas y volví a subir al telesilla, con la esperanza de que lo del hombro sólo fuera una magulladura. Pero no. En un intento de estirar el brazo derecho completamente, algo sonó por lo profundo. Malo. Al llegar arriba, media vuelta y a la enfermería...
Afortunadamente, a priori no había nada roto, pero por el momento, aquella castaña significaba el fin del esquí para esta temporada. Una pena, porque el lunes, al día siguiente, amaneció un día perfecto, con buen tiempo y menos gente, y la nieve, finita finita.

El próximo año prometo venganza.

martes, 7 de abril de 2009

Fin de semana en La Covatilla

Tal y como se deduce de este blog, yo los objetivos anuales me los pongo en Marzo, que hay que pensarse las cosas bien, y entre los que me he propuesto este año, está el esquí. En Marzo, generalmente la temporada está medio finiquitada, así que ha habido que agilizar el tema que se inició en Formigal hace un par de semanas y continuarlo en La Covatilla este finde pasado.
La Covatilla, en la sierra de Béjar, es una estación bastante joven, de 8 añitos, y además es pequeña y de nevadas escasas. Sin embargo, pese a que la nieve no estaba demasiado boyante, los dos días que hemos pasado allí han estado de lujo. Poca gente, nada de atasco y mejor tiempo, a la Silvi y a mí, que no somos precisamente unos expertos esquiadores, han sido ideales para depurar el giro yo y el paralelo ella.
Vamos, que no es por emocionarme, pero los avances se pueden ver día a día. Alguna caída sin importancia sí que hubo, pero como todo el mundo sabe, eso es lo mejor para aprender a levantarse ¿no?
Y el equipo...cómo nos queda el equipo...si damos el pego y todo.
Ahora toca Semana Santa, la última cita de la temporada...ya hablaremos.

jueves, 2 de abril de 2009

Sobre los Vettones


Además de un colectivo artístico de calidad contrastada internacionalmente, los vettones (o vetones) son uno de los pueblos célticos que se asentaron en la península ibérica allá por la época de las migraciones celtas durante la primera mitad del primer milenio antes de cristo. En aquellos siglos se comenzaron a configurar los diferentes pueblos que posteriormente se encontrarían los romanos cuando ocuparon la península. Digamos que a los vettones les tocó, o les dejaron, la parte occidental de la meseta, esto es, la zona que limitaba al oeste con Lusitania, y entre el Guadiana y el Duero. Se correspondería su hábitat con la práctica totalidad de las actuales Salamanca y Ávila, el sur de Zamora, el occidente de Toledo y el noroeste de Cáceres.
Parece ser que su nombre lo adoptaron los autores clásicos del vocablo céltico UIKTA, que significa lucha. Es decir, se podría identificar a los vettones como Los Luchadores o Los Guerreros...
Decir que además de a luchar, dado el carácter montañoso de la zona que habitaban, muy abundante en pastos, los vettones eran grandes criadores de ganado, tanto vacuno, como porcino y equino. Relacionado con la importancia que en su economía tenía esto último, están los Verracos de piedra. Se conocen como Verracos a las representaciones zoomorfas en piedra que los vettones han dejado para la posteridad. Tal es el caso de los denominados Toros de Guisando en el Tiemblo, Ávila, y cuya funcionalidad, como la del resto de Verracos encontrados, no está muy clara: señalización de recursos, sentido religioso o monumentos conmemorativos de victorias.
Como todos los pueblos celtas, el trabajo con metales fue de gran importancia para
esta tribu, tal y como atestiguan los ajuares funerarios en los que abundan espadas y demás armas de gran calidad, así como broches, joyas y cinturones.
Los vettones habitaban en castros. Los castros eran ciudades no muy extensas, rodeadas por una muralla, ubicadas sobre colinas o lugares elevados y que resultaran fáciles de defender o de difícil acceso, junto a fuentes de agua y vías de comunicación. En el castro se construían las viviendas, de planta cuadrada, muros de piedra y adobe y tejados de paja.
Pese a que los documentos existentes acerca de la religión de éstas gentes y cualesquiera anteriores a la ocupación romano son muy exiguos, sí que son numerosos los santuarios, dentro y fuera de los castros, lo que da a entender que los vettones daban una considerable importancia a la religión y a sus dioses. Además de divinidades locales asociadas a elementos de la naturaleza, como ríos, montes o bosques, los grandes dioses de la mitología celta hispana como Lugh, Epona, Matres, Neto, serían los objetos de alabanza en tales santuarios.
Supersticiosos, guerreros fanáticos, trabajadores del metal...los vettones eran celtas, pero además les caracterizaba el uso de la ganadería como sustento y la construcción de unas representaciones únicas dentro de su raza, los Verracos.