martes, 6 de mayo de 2008

Erratzu y el valle de Baztan

Hacía tiempo que quería ir por a los Pirineos y qué mejor que empezar por Navarra, otra región que no tenía el gusto de conocer. Verdes prados, montañas de postal, enormes casas blancas de bordes de madera...el valle de Baztan es una zona espectacular.
Salimos el jueves temprano para no pillar atasco y llegamos a Pamplona bastante bien, para comer algo y hacer el recorrido de los encierros de San Fermín, pero con tan mala suerte de coincidir con otro organizado por los desgraciados de LAB, que celebraban el día del trabajador...La ciudad está bien, pero yo salí de allí un poco asqueado con la gentuza esa.
Por la tarde tiramos para el norte, hacia los pirineos. El paisaje, ya de por sí verde, comenzó a asalvajarse aún más, con las colinas ya convertidas en montañas de verdad. Llegamos al fin a Erratzu, un pequeño pueblecillo de pocas casas, pero de tamaño considerable y en un entorno de ensueño. Allí nos recibió en su casa la señora Telletxea, Pilar para los amigos, una parlanchina y entrañable navarra de pura cepa.
¿Qué hay por allí? Pues ya sólo el paisaje que se ve por la carretera y los pueblos por los que se transita valen la pena, pero nosotros nos acercamos al Parque Natural de Bertiz, en donde nos hicimos una rutilla de unas cuantas horas. Como nuestra forma física es como es, pues hubo que recuperar fuerzas en Elizondo con un tentempié de la zona. Yo acompañe un tinto navarro con Txuri ta beltza (blanco y negro)...uno de los platos típicos baztandarras. Mu rico.
Al día siguiente nos acercamos a las cuevas de Zugarramurdi, famosas por el auto de fe que llevó a cabo por allí la Inquisición hace unos cuantos siglos. No están mal, pero su mayor interés es la historia que acompaña a estas cuevas, no su belleza. Si alguien se queda con ganas de ver unas cavernas guapas, no tiene más que deshacer sus pasos unos kilómetros y acercarse a las cuevas de Urdax. Esas sí que molan.
El domingo, aprovechando que teníamos Francia a 6 km desde Erraztu, nos acercamos a Baigorri y sobre todo, a Saint Jean Pied de Port, un bonito pueblo de callejuelas empedradas y atravesado por un río que cruzan unos puentes antiguos...guapo y lleno de...franceses ;-))De ahí bajamos (más bien subimos) a Roncesvalles, allí donde los vascones le arrearon en la testa al chulito de Carlomagno y en donde se ambienta la épica Chanson de Roland.
Buena comida, buen vino, mejor patxaran, bonitos paisajes y buena compañía (la Silvi, Foni y Marta). El puente de mayo de este año habría sido perfecto sino fuera porque realmente se hacía difícil de aguantar la impunidad con la que proetarras y demás calaña se movían por las zonas que acabo de nombrar. Es verdaderamente asqueroso que semejantes enjendros tengan el privilegio de moverse por allí como Pedro por su casa sin que aquí nadie les diga nada. La gente sana que vive allí, que es mucha, se habrá acostumbrado a convivir con esta gentuza, pero yo no puedo. Serio handicap para la próxima vez.
Por último, a la vuelta nos pasamos por Vitoria. Obras y mucho calor, pero para el poco tiempo que estuvimos caminando por el centro, es una ciudad interesante y a la que hay que volver algún día para explorar con atención.

No hay comentarios: