domingo, 14 de septiembre de 2008

París...est très jolie!!!

Por fín.
La Ciudad de la Luz, El Louvre, La Sorbona, Montmartre...nombres míticos que evocan arte, historia, cine, desenfreno, libertad...
Desde hacía tiempo que tenía ganas de acercarme a París, así que nos cogimos unos días y para allá que nos fuimos la Silvi y yo. Desde luego que no nos ha defraudado para nada.
Cualquiera que haya estado sabe que visitar París, desgasta, y no pudo ser de otra manera en nuestro caso. Parece que todo está accesible si mira el mapa, pero el caso es que las distancias son largas de trepelote....
Bueno, decir que es todo alucinante.
La Torre Eiffel, visible desde todos sitios no deja indiferente a nadie, sobre todo por la noche en que se ilumina de un color azul espectacular. Y arriba, las vistas de tooooda la ciudad son un espectáculo.
Notre Dame...es la caña. En su isla, con sus descomunales dimensiones y también iluminada por la noche. Especialmente impresionantes son las vistas desde lo alto de la torre (la de cuasimodo), así como las famosas gárgolas que desde la altura vigilan su ciudad. Por poner una pega, lo único que sobra de Notre Dame son una par de millones de japoneses...pero por lo demás, nada.

El Sena. Pasear por la orilla del río para admirar las señoriales casas, los palacios de los siglos XVIII y XIX, la antigua cárcel de la Boulangerie, los puentes (el de Alejandro III es una obra maestra)
Les Invalides, Sacré-Coeur, El Panteón, la Madeleine, el edificio de la Ópera, Les Tulleries, El parque Luxemburgo, el ayuntamiento, el arco del triunfo...seguro que me dejo alguno, pero es que son miles los monumentos que uno puede admirar allí. Como pago, la correspondiente caminata, claro.
Como todo viaje gastronómico-cultureta, además de hacer un repaso por todos los bistrots parisinos que pudimos y de lo que hablaré próximamente, nos hicimos con la Museum Pass para patear todos los mueos y monumentos importantes de la cuidad que nos permitieran las piernas. Con esta tarjeta, se puede acceder durante sus días de validez, tantas veces como se quiera a los más de 60 museos que entran. Eso mola, sobre todo para El Louvre o el Orsay.
Sobre los museos, también hablaré en próximas ediciones.
Yo lo que quería contar es que lo mejor de París, más allá Torresfieles y Lubres, son sus calles. Pasear por ellas, por delante de tiendas tipiquísimas, de pequeños cafés y bistrots, decorados al detalle, llenos de gente que hace la compra, que se toma un vino, se fuma un cigarro en una terraza, mientras le cuenta su vida a Fransuá o simplemente mira a la gente pasar...a mí me encantó. Las casas, todas sin excepción, cuidadas. Nada de cajas de cerillas de diez plantas de ladrillo y cemento. Casas normales, con tejado gris, un balconcito y un portal normalito. Sencillo, ni recargado ni al contrario, pero super bonito todo. En fin, lo mismo que podía ser el centro de Madrid, pero que no es (con contadas excepciones) gracias a que al lado de los edificios bonitos, los listos de turno han plantado un bonito cubo de hormigón...

Resultaría lo más maravilloso del mundo, si no fuera porque si no vigilas donde pisas, te puedes convertir en uno de los dos parisinos que acaba en el hospital a diario por resbalarse con una cagada de perro (os juro que esto lo he leído en La Trotamundos) Un montón de gente saca a pasear a sus perritos de pitiminí y algún capullo no se da cuenta de que al bicho hace sus cosas en medio de la calle. Todavía estoy limpiando la que me tocó a mí...

Y aún así, encantado :-))

Continuará...

No hay comentarios: