jueves, 20 de diciembre de 2007

Argentina!! (Iguazú)

Tras las dos noches en Buenos Aires, el primer vuelo interno que hacíamos nos envió nada menos que Iguazú. Desde los 18 años llevo oyendo hablar, viendo fotos, etc, de lo increíbles que son las Cataratas de Iguazú, pues mis padres estuvieron allí hace ya...¿15 años? Mucho tiempo...
Bueno, pues les encantó.
El caso es que, generalmente, cuando a uno le están repitiendo lo maravilloso que es esto o aquello, que si no te lo puedes perder, etc, cuando uno está frente a ello, pues a veces a uno acaba por defraudarle.
Bien, uno puede escuchar durante toda la vida lo impresionantes que son las Cataratas de Iguazú, pero hasta que no se está delante de ellas, uno no es capaz de digerir tal espectacularidad.
Estuvimos dos días allí. Lo típico: el primero al lado brasileño y el segundo al lado argentino.
El lado brasileño:
La sensación de bajar del autobús, caminar un rato por la selva escuchando el constante sonido de...no sé, como si a pocos metros estuviera despegando un Airbus, y de repente, entre las ramas de los árboles, presentarse ante uno, la vista acojonante de cientos de saltos de agua gigantes, soltando tres veces más cantidad de lo habitual, es algo que difícilmente se puede olvidar. El sonido, el contraste con la selva, la "neblina" que el choque de millones de litros de agua levanta al contactar con el río Iguazú, el salto de Bossetti (el de La Misión)...alucinante. Uno no puede dejar de mirar.
El lado argentino:
Desde el lado brasileño se ven y desde el argentino se viven. Eso es lo que se dice, y la verdad es que es así. Desde el brasileño, uno ve unas panorámicas que quitan el hipo, pero es que desde el lado argentino, ¡¡¡¡uno se encuentra encima de los saltos de agua!!!!
Ahora se puede caminar por las pasarelas que se han colocado sobre el agua y por la selva. Se está más en contacto con todo. Como más de aventura.
Consejo: es imprescindible ir en traje de baño porque uno se cala completamente. Sobre todo si os montáis en el barco que se mete prácticamente debajo de los saltos. Alucinante y además se agradece con el calor que hace.
Y bueno, como no podía ser de otra forma, por la noche hubo que darse el homenaje de turno, después de un duro día en las cataratas. Un surubí grillado, por ejemplo, es una buena opción típica por aquellos lares y que hubo que degustar acompañado de un buen Cabernet Souvignon. La caña.
A partir de ahora, el concepto "catarata" no va a ser el mismo.

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