lunes, 28 de enero de 2008

Pago del Vicario y otros Quijotescos lugares.

Hacía tiempo que conocía el vino de Pago del Vicario y este fin de semana, gracias a la Silvi que se tiró el rollo y me lo regaló de reyes, nos fuimos de visita enológico-turístico-gastronómica a la bodega, junto con Tinín, Mónica, Elena y Manolo. Salimos el sábado temprano dirección a Ciudad Real, y tras un par de horas, estábamos en la bodega.
Pago del Vicario es una bodega, digamos, de las modernas. De esas que no siguen las rígidas normas de las Denominaciones de Origen y que por tanto, hacen lo que quieren. Y así les va. Muy bien.
La visita fue como todas. Incluso más corta de lo normal, lo cual yo, agradecí: todas las visitas me parecen iguales ya...aunque el vinito y el queso posterior....mu ricos.
A las dos, comidita maridada con unos vinos de la bodega. Los platos, originales y muy variados. Comida moderna y de calidad, y perfectamente a compañada por los vinos, blancos, rosados y tintos que nos sirvieron.
Si mal no recuerdo, los vinos eran: Talva (Sauvignon blanc y Chardonnay), Petit verdot rosado (dicen que el mejor rosado del país), Penta (cinco tipos de uva y cinco meses en barrica), Agios (Tempranillo y Garnacha) y Corte Dulce (Sauvignon blanc y Chardonnay, dulce).
Yo conocía el Penta, con lo que no me sorprendió, pero el rosado fue un descubrimiento. Mira que a mí los rosados, generalmente ni me van ni me vienen, pero he de reconocer que el premio que se ha llevado el Petit Verdot, por mucho que le duela a Tinín, es más que merecido. A tener en cuenta. El Agios, muy bueno. Junto con el rosado, el mejor. Rico rico y a precio razonable.
Con el postre y la copita de turno, nos dieron por lo menos las cinco. Un paseito, unas botellas de recuerdo y a Ciudad Real.
Llegamos al hotel que teníamos reservado y en cinco minutos estábamos fuera otra vez. Era casi de noche, así que había que darse prisa vidilla para aprovechar las famosas tapas de la ciudad...Al final, nos dieron las tantas entre las copas y los dardos. Un día completo.
Al día siguiente, había que aprovechar, así que con la cabeza patas arriba, nos dirigimos a la muy teatral ciudad de Almagro. Había oído hablar del corral de comedias y me apetecía bastante verlo, pero no esperaba que estuviera tan bien, tanto el susodicho, como el resto de la ciudad. La plaza mayor está muy bien conservada, con sus galerías en los balcones en torno a la alargada plaza. Por todas las calles por las que anduvimos, nos sorprendió el buen estado de conservación en el que se encontraban todas las casas...un sitio muy recomendable, la verdad.
Y como no podía ser de otra forma, aunque íbamos con la intención de dar descanso a nuestros estresados estómagos, se nos ocurrió preguntar a una paisana por un sitio para comer y nos recomendó La Muralla. Así, de casualidad, entramos en un patio interior cubierto, muy bien iluminado y decorado con muy buen gusto. El mismo que el de sus platos, casi todos típicos de la zona (migas, gachas, venado, pisto, codorniz...) o el del Martúe que nos tuvimos que tomar...El trato, perfecto.
Ya por la tarde, después de comer, nos hicimos hacia Madrid, a descansar un rato que ya nos vale.
Así terminó este fin de semana por las tierras del Quijote. Muy aprovechadito.

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